EL RENACIMIENTO
Se denomina Renacimiento al
movimiento cultural que surge en Europa el siglo XIV, caracterizado por un
renovado interés por el pasado grecorromano clásico y especialmente por su
arte.
•El
renacimiento italiano se origina en las ciudades que florecieron en el centro y
norte de Italia, como Florencia, Milán y Venecia, •su riqueza fináncialos logros
culturales renacentistas. El renacimiento se origina en los siglos XIV y XV y
su apogeo es en el siglo XVI. •De Italia se extiende lentamente por Europa,
excepto Rusia.
Qué fue el Renacimiento
Como ya lo expresamos, se
denomina Renacimiento al fenómeno cultural o movimiento de revitalización
cultural que surge en Europa Occidental durante el siglo XIV, que se desarrolla
en los siglos XV y XVI y que se muestra como característica esencial su
admiración por la antigüedad grecorromana. Este entusiasmo, que considera las
culturas clásicas como la realización suprema de un ideal de perfección,
explica el calificativo de Renacimiento, pues en verdad se trataba de un
renacer, de un volver a dar vida a los ideales que habían inspirado aquellos
pueblos. En principio, se aspiró a una renovación en todos los aspectos de la
cultura humana, filosofía, ética, moral, ciencia, etcétera encaminada a la hechura
de un hombre que fuera compendio y resumen de todas las perfecciones físicas e
intelectuales. Pero lo más característico de esta época es la separación entre
lo cívico y lo religioso.
También se puede afirmar que el
Renacimiento es uno de los grandes momentos de la historia universal que marcó
el paso de mundo Medieval al mundo Moderno. Es un fenómeno muy complejo que
impregnó todos los ámbitos yendo, por tanto, más allá de lo puramente artístico
como ha querido verse.
La educación empieza a cobrar una
importancia primordial y, como las normas medievales no funcionan, se acude a
los clásicos de la Antigüedad, quienes actúan como modelos y estímulo. La
recopilación de los códices antiguos, el análisis y asimilación del espíritu
que animaba a griegos y romanos constituye el movimiento denominado Humanismo.
El término Renacimiento,
entonces, simboliza la reactivación del conocimiento y el progreso tras siglos
de predominio de la mentalidad dogmática establecida en la Europa de la Edad Media.
Esta nueva etapa planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, el
interés por las artes, la política y las ciencias, revisando el teocentrismo
medieval y sustituyéndolo por un cierto antropocentrismo.
Para muchos autores empieza en
1453 con la conquista turca de Constantinopla. Según otros es un nuevo periodo
que surge desde el descubrimiento de la imprenta, e incluso se considera que no
se produce hasta que Copérnico descubre el sistema heliocéntrico; pero la fecha
tope considerada como su inicio es 1492, cuando ocurre el descubrimiento
de América.
El término Renacimiento deriva de
la expresión italiana rinascita, vocablo usado por primera vez por el literato Petrarca.
El Renacimiento es, ante todo, un
espíritu que transforma no sólo las artes, sino también las ciencias, las
letras y formas de pensamiento. En su conjunto, como ya dijimos, se ha visto
una clara reacción al espíritu teológico de la Edad Media; sin embargo, la
ruptura no se produce de manera violenta.
Durante buena parte del siglo XV
se mantienen las formas del arte medieval, iniciándose una convivencia entre
los clasicismos, que poco a poco van a ir imponiéndose a los elementos góticos
en autores como Brunelleschi o Fra Angelico que ensayan movimientos que
posteriormente se van a desarrollar. Esta serie de fenómenos nos dan a entender
que hablar de ruptura no es del todo correcto, es quizá más una evolución que
nos permite comprender mejor ciertas manifestaciones del siglo XV.
*Orígenes del Renacimiento
El Renacimiento tuvo su origen en
Italia en los siglos XIV y XV, llegando a su apogeo al iniciarse el siglo XVI.
De Italia se extiende lentamente por Europa excepto Rusia.
En el transcurso de los cincuenta
años que van desde 1520 a 1570, discurre la madura plenitud del Renacimiento y
también se percibe su ocaso. Toda la Europa de Occidente toma parte ahora en el
movimiento de las artes y de las letras.
La recepción de los gustos
italianos se generaliza, los grandes maestros surgen ya no sólo en Italia, sino
en todo el ámbito de las monarquías occidentales. Pero el desarrollo normal de
la cultura renacentista se ve afectada por el hecho simultáneo de las luchas
religiosas derivadas de la revolución protestante.
Las transformaciones culturales
del Renacimiento
En cuanto a cultura y modo de
vida en el Renacimiento, se puede decir que mientras en la era anterior, que a
su vez marca el principio del renacimiento, la gente vivía dentro de grandes
propiedades de nobles de la época llamadas feudos y cada
uno de estos tenía dentro de sus propiedades
todo lo que necesitaba para ser autosuficiente, ahora se cambia este tipo de
vida y comenzaron a desarrollarse propiamente lo que son las ciudades y
las villas o poblaciones, pasando poco a poco el dominio de la comunidad a los
comerciantes y fabricantes de todo tipo de bienes (tanto de necesidad como
suntuarios) y que la gente, ya fuese noble o plebeya, requería o deseaba poseer.
En el Renacimiento cabe destacar
también el desarrollo de la arquitectura, así como la creación de grandes obras
de la literatura universal como "La Divina Comedia", de Dante
Alighieri; obras también surgieron de Francisco Petrarca y Juan Boccaccio y
muchos otros literatos.
Que el origen del Renacimiento
sea italiano es porque Italia es fundamental por su pasado histórico que ahora
se quiere recuperar e impulsar. Además hay otro factor relevante y es que en
Italia nunca hubo un arraigo total y fuerte de lo medieval como ocurrió en el
resto de Europa, precisamente porque aún estaba latente el espíritu clásico.
Las Cruzadas habían intensificado
el tráfico comercial entre Oriente y Occidente, enriqueciendo especialmente a
las ciudades italianas Venecia, Génova, Pisa y Florencia. Dentro de sus muros y
al amparo de sus escuadras, un grupo de banqueros, comerciantes, industriales y
artesanos consiguieron la seguridad y la libertad para el despliegue de sus
capacidades personales.
Estos burgueses aprendieron,
mediante la experiencia personal y colectiva, que el éxito de sus empresas
económicas dependía de la capacidad para calcular y anticiparse a las
circunstancias mediante decisiones oportunas. Su posición individual en la
sociedad no dependía del nacimiento ni del arbitrio del señor ni de la voluntad
divina, sino de sí mismos.
Políticamente, Italia se organizó
en torno a ciudades-estado que obtuvieron un gran auge artístico y político
encabezadas por Florencia.
En el Renacimiento, entonces, la
historia de Italia es la de sus cinco estados principales: Florencia, Milán,
Nápoles, Venecia y el Papado. Las constantes luchas por ampliar las fronteras
hicieron posible la creación de un nuevo grupo social: los Condottieri,
que eran personajes especializados en la guerra, grandes estrategos que
estaban generalmente al mando de una compañía, aunque, en última instancia, su
suerte la decidían el poder, las necesidades, los objetivos y los recursos del
príncipe o Estado al que servían.
Las guerras entre los estados
italianos se hacían mediante contratos, por tanto, a través de los condottieri,
durante casi dos siglos. Esta tradición seudo-mercenaria se hizo presente en
Europa desde el siglo XIII, gracias en parte al desarrollo económico de las
ciudades, el crecimiento demográfico y la tradición de las Cruzadas, haciendo
posible que parte de la clase de terratenientes se aúnen para producir un gran
excedente de grupos armados fuertemente cualificados.
Desde finales del siglo XV los
condottieri fueron personajes para los que la guerra era una empresa esporádica
más que una actividad permanente; la clave de este sistema se basaba en la
condotta, contrato en el que se especificaban las condiciones de los servicios
prestados por el capitán y sus soldados y su retribución por ellos.
Este tipo de contrato se utilizó
en otros ámbitos, gracias al nacimiento de una fuerte burguesía próspera que
buscaba su propio beneficio. Nace ahora la clientela, debido a que la economía
se va liberando y van tomando autonomía los pequeños comerciantes y banqueros
que, con su mecenazgo, van a impulsar relaciones comerciales a nivel nacional e
internacional.
Pero este movimiento de capital
no estaba controlado por un Estado fuerte que promoviera dichas iniciativas,
sino que generalmente funcionaban como empresas privadas, gestionadas a menudo
sobre una base familiar, subordinándose a la iniciativa de un linaje o clase
social acomodada. Generalmente se trataba de aristócratas que no eran miembros
de la nobleza ni pretendían serlo, y, sin embargo, eran reconocidos como
personajes de alto prestigio en la sociedad renacentista. Se mantenían al
margen de la corte, valiéndose de la situación de que el príncipe o monarca no
conocían los mecanismos financieros, abriéndose para ellos un campo
extraordinario de oportunidades como operadores económicos o intermediarios
entre ellos financiando algunos de los gastos extraordinarios de la corte. Pero
aun sin pertenecer a la clase nobiliaria y eclesiástica, gracias a su capital
Ya hemos dicho antes que el
Renacimiento surgió en Italia, pero, además, el Renacimiento del siglo XV se da
sólo en este país. Se puede decir que en Francia, España y Alemania hacia 1450
a 1500 ya se conoce este movimiento, pero no se desarrolla plenamente hasta el
siglo XVI.
El renacer de Italia estuvo
ligado a la idea de la recuperación de la grandeza de Roma, que tras la caída
del Imperio Romano, y un periodo de anarquía y confusionismo, desde el
quattrocento se trata de romper con esa etapa bárbara para volver a esa idea de
grandeza latina. La pérdida de poder de la iglesia hizo que se propagaran las
herejías, que a fines del siglo XVI propiciarán la Reforma Protestante.
En esta época el Imperio
Bizantino se tambaleaba por los turcos; la economía europea estaba en crisis y
las revueltas se propagaban. Esta etapa de crisis afectó al pensamiento: el
escolasticismo de la Edad Media cae en un escepticismo radical. Los primeros
pensadores cristianos concedían una primacía al espiritualismo sobre lo
material, existía una visión providencialista, el poder de los Papas
sobrepasaba al de los Príncipes y esto dio lugar a inicios del Renacimiento a
enfrentamientos entre ambos poderes.
Teorías de inicios del
Renacimiento proponen que el gobierno es una institución terrenal pero de
origen divino. Surgen entonces nuevos pensadores que renuevan la teoría
política, exigiendo la separación de poderes: el gobierno es una institución
terrenal de invención humana que no tiene nada que ver con la divinidad. Uno de
los primeros teóricos en afirmar esta otra teoría fue Dante, que, en su obra De
Monarquia defiende la autoridad civil sobre la eclesiástica. Otros tantos
pensadores también proponen esta división.
La teoría política de este
periodo llega a su apogeo con Nicolás Maquiavelo, pensador que influirá
posteriormente en el pensamiento del Barroco. Como secretario de la Cancillería
florentina, cumple numerosas misiones al servicio del gobierno de su ciudad. Es
un excelente observador y en sus escritos refleja el apasionante mundo político
de su época.
Su vida y personalidad se hubiera
limitado a la urgente y múltiple actividad diplomática si sus rivales no le
hubieran enviado al destierro durante doce años. En el retiro redacta las obras
que lo han inmortalizado. En ellas se presenta un conjunto de máximas
prácticas, sugeridas por sus observaciones personales y el estudio de la
historia romana.
Maquiavelo propone por primera
vez la total separación de poderes entre la Iglesia y el Estado, pero incluso
fue más allá: en su obra Discursos afirmó que el objetivo de un buen gobernante
debía ser el bienestar de su comunidad, por tanto el soberano podía saltarse
cualquier cuestión moral, ética o religiosa.
La polémica estaba servida en los
núcleos eclesiásticos, culminando con la Reforma. Todas estas ideas fueron
posibles también gracias a los avances científicos de este periodo. La ciencia
cobrará un fuerte desarrollo gracias al humanismo y la inquietud intelectual.
El humanismo tiene sus antecedentes
en plena Edad Media, en la modernidad del pensamiento de Abelardo, filósofo
francés del siglo XII, que propugno una filosofía individualista ensalzando la
grandeza humana, en un momento en que domina la idea de Dios sobre lo terrenal.
El término Humanismus fue acuñado
en 1808 por el
Alemán Netharmer, refiriéndose al
valor formativo en la educación de los clásicos grecolatinos. El humanista del
Renacimiento era por definición un erudito, un hombre culto, enamorado de la
antigüedad y preocupado por el estudio de todas las disciplinas en el campo del
saber. Se siente atraído por la filosofía de Platón.
El hombre humanista se centra en
el estudio de la cultura clásica, en el estudio del hombre como individuo y en
su capacidad intelectual para el
Estudio de todos los campos del
saber: ciencia, filosofía, arte... El ideal es un hombre completo,
armónicamente desarrollado en lo físico y en lo espiritual que no limita su
saber a un campo concreto, sino abierto a lo universal. La plena confianza que
se tiene en el hombre da lugar al antropocentrismo.
El intelectualismo de este
periodo produjo grandes avances en el mundo de las ciencias, acrecentado por el
descubrimiento de la imprenta que ayudó a la difusión del conocimiento por
todas las cortes europeas.
El hombre en el terreno
científico trata de profundizar en las aplicaciones y fundamentos de la
ciencia; así hay un gran desarrollo de la oftalmología; las cátedras de cirugía
y anatomía en las Universidades serán desarrolladas por los médicos que se van
dirigiendo cada vez más por el camino práctico como Miguel Servet, quien
publicó el Tratado de Terapéutica donde manifiesta ser el descubridor de la
circulación pulmonar, dejando la puerta abierta para que posteriormente se
descubra la circulación de la sangre.
La astronomía fue uno de los
campos más importantes en el progreso científico, que influirá en el cambio de
pensamiento de los europeos gracias a la obra de Copérnico De Revolutionibus
Orbium Caelestium donde tira por la borda las teorías geocentristas de
Ptolomeo, afirmando un sistema heliocéntrico que explica de manera más efectiva
los fenómenos astronómicos observados. Se producen también extraordinarios
inventos en el campo de la navegación, impulsados por el descubrimiento de
América: aparecen el astrolabio
y el nocturlabio, la carta náutica o portulano, inventos que facilitaron la
navegación y el afán de aventura y conquista de nuevos territorios.
A partir del siglo XVI estos
conocimientos comienzan a difundirse por toda Europa.
El Humanismo
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El humanismo (representantes
principales Maquiavelo, Tomas Moro) como tema hace referencia, principalmente
en los grandes pensadores de la época, tanto en lo cultural como en lo
histórico a seis aspectos generales:
1.- Antropocentrismo (es decir enfoque en el ser
humano) en lugar de Teocentrismo (enfoque en Dios), ya que las principales
ideas y obras del renacimiento buscan tributar honor al hombre, centro de sus
preocupaciones y su inspiración.
2.- Retorno a los cánones griegos: tanto la escultura
como la pintura retoman los ideales clásicos y griegos como modelo de sus
obras.
3.- Preponderancia de las artes sobre la ciencia y la
filosofía.
4.- Reforma protestante: a partir del siglo XVI el
cristianismo comienza a verse divido por gran variedad de religiones
protestantes, cuyo principio básico, que es el libre examen, tratará de echar
por tierra la autoridad papal.
5.- Fin del Feudalismo: como ya se había mencionado
con anterioridad, la desaparición de los feudos por las necesidades del
comercio con otras partes del mundo, lo cual traerá consigo el nacimiento de
ciudades y estas a su vez el nacimiento de naciones.
6.- Inventos y descubrimientos: Principalmente entre
los primeros la imprenta y en los segundos el continente americano y con los
segundos el nacimiento de los grandes imperios como el Español y el Inglés.
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LITERATURA DEL RENACIMIENTO
La literatura renacentista forma
parte de un movimiento más general del Renacimiento
que experimenta la cultura occidental en los siglos XV
y XVI,
aunque sus primeras manifestaciones pueden ser observadas en la Italia de los
siglos XIII
y XIV.
Se caracteriza por la recuperación humanista
de la literatura clásica grecolatina y se difunde con gran pujanza
gracias a la invención de la imprenta hacia 1450.
La novedad afecta tanto a los
temas como a las formas. Entre los primeros cabe destacar el antropocentrismo,
el interés por la naturaleza y la recuperación de la mitología clásica. La filosofía recupera las
ideas platónicas
y las pone al servicio del cristianismo. La búsqueda del placer sensorial
y el espíritu crítico y racionalista completan el ideario de la época. En
cuanto a los aspectos formales, se recupera la preceptiva clásica (cuya
raíz está en la Poética de Aristóteles)
y se desarrollan nuevos géneros (como el ensayo) y
modelos métricos (entre los que destaca el soneto).
Los precedentes de Dante, Petrarca
y Boccaccio
dan lugar a un esplendor de la literatura renacentista en Italia en el siglo
XVI. La figura directriz del gusto poético renacentista de ese siglo será Pietro Bembo,
que escribió canciones petrarquistas y sonetos, pero sobre todo, se
erigió en el árbitro de la literatura italiana de su tiempo, que fue el centro
de irradiación internacional de este movimento.
MUSICA DEL RENACIMIENTO
La música del Renacimiento o
música renacentista es la música clásica europea escrita durante el Renacimiento,
entre los años 1400
y 1600,
aproximadamente. Las características estilísticas que definen la música
renacentista son su textura polifónica,
que sigue las leyes del contrapunto, y está regida por el sistema modal
heredado del canto gregoriano. Entre sus formas musicales
más difundidas se encuentran la misa y el motete en el género religioso, el madrigal,
el villancico
y la chanson
en el género profano, y las danzas, el ricercare
y la canzona
en la música instrumental. Entre los compositores más destacados de este
periodo se hallan Josquin Desprez, Palestrina, Orlando di
Lasso y Tomás Luis de Victoria Géneros y formas
Música religiosa
En Misas, magníficat, motetes,
salmos y otras varias composiciones, Madrid, tipografía regia, 1600.
Durante este período la música
religiosa tuvo una creciente difusión, debida a la exitosa novedad de la
impresión musical, que permitió la expansión de un estilo internacional común
en toda Europa (e incluso en las colonias españolas en América). Las formas
litúrgicas más importantes durante el Renacimiento fueron la misa
y el motete.
La misa cubría el ciclo del ordinario (Kyrie, Gloria, Credo,
Sanctus-Benedictus y Agnus Dei) y se le solía dotar de unidad
al basarse en material preexistente. Para ello se seguían dos procedimientos de
composición principales:
Misa de cantus firmus:
el autor toma una melodía preexistente, bien procedente del canto llano
o bien de alguna canción profana, o incluso popular, y la sitúa en una de las
voces, habitualmente la llamada Tenor. Las otras voces son creadas ex novo,
completando una textura generalmente a cuatro voces, y son llamadas Cantus o
Superius, Contratenor Altus (luego Altus) y Contratenor Bassus (luego Bassus).
De estas denominaciones proceden los nombres actuales de las voces según sus
tesituras. La misa de cantus firmus es típica del siglo XV; ejemplos de ella
son las innumerables basadas en la canción L'homme armé,
tales como las de Dufay, Busnois, Ockeghem, Guerrero, Morales, Palestrina...
Una variante de este tipo de misa
es la de paráfrasis, en la que la melodía preexistente
es fragmentada y repartida entre las cuatro voces, como ocurre en la Misa Pange
Lingua de Josquin Desprez.
Misa parodia
o de imitación: el compositor toma un motete o una canción polifónica anterior
(propio o de otro autor), este ya de tipo polifónico, y utiliza el material
melódico y armónico: motivos de imitación, cadencias típicas o a veces incluso
fragmentos completos, pero reelaborando el material, añadiendo motivos y a
veces voces nuevas, y siempre, naturalmente, cambiando el texto. Este es el
procedimiento habitual en el siglo XVI, como ejemplifican la Misa Malheur me
bat de Josquin Desprez, basada en una canción de Ockeghem,
o la Misa Mille regretz de Cristóbal de Morales, basada a su vez en
una canción de Josquin.
El motete
renacentista era una pieza polifónica de texto sacro y en latín. Deudor en un
principio del motete medieval, del cual procedía, pronto asumió una continua
textura imitativa de voces de igual importancia (en número cada vez mayor:
cuatro en el siglo XV, cinco o seis a finales del XVI), con frases musicales
imbricadas y nuevos motivos para cada frase textual. En el motete el autor
generalmente creaba material puramente original, sin tomar préstamos ajenos
como en la misa. En el siglo XVI se desarrollan amplios
motetes bipartitos y, en la escuela veneciana, los policorales, para
ocho o incluso doce voces. Ejemplos sobresalientes de motete renacentista son
el Ave María de Josquin o el Lamentabatur Jacob de Morales.
Géneros sagrados importantes, ya
en lengua vernácula, fueron el villancico religioso español, el madrigal espiritual, la lauda italiana y el coral luterano.
Música vocal profana
Un gran número de impresos y
cancioneros manuscritos nos han hecho llegar el amplísimo repertorio polifónico
profano renacentista. Aquí sí es posible reconocer formas peculiares de cada
país:
En Italia, la villanella,
la frottola
y el madrigal.
En España, el romance, la
ensalada y el villancico.
En Francia, una vez superadas las
formas fijas
medievales aún vigentes en la escuela borgoñona (rondeau,
virelay,
ballade)
se creó la peculiar chanson polifónica parisina.
En Inglaterra se imitó el estilo
madrigalístico italiano, apareciendo hacia 1600 la canción con laúd isabelina.
Hacia el final del período
aparecen los primeros antecedentes dramáticos de la ópera tales como la
monodia, la comedia madrigal y el intermedio.
ARTE DEL RENACIMIENTO
El concepto Renacimiento
se aplica a la época artística que da comienzo a la Edad Moderna.
El término procede de la obra de Giorgio
Vasari "Vidas de pintores, escultores y arquitectos
famosos", publicada en 1570, pero hasta el siglo XIX
este concepto no recibe una amplia interpretación histórico-artística.
Sin embargo, Vasari había
formulado una idea determinante, el nuevo nacimiento del arte antiguo, que
presuponía una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente
nuevo en la actitud espiritual del artista.
De hecho el Renacimiento rompe,
conscientemente, con la tradición artística de la Edad Media,
a la que califica, con pleno desprecio, como un estilo de bárbaros o de godos.
Y con la misma consciencia se opone al arte contemporáneo del Norte de Europa.
Desde una perspectiva de la
evolución artística general de Europa, el Renacimiento significa una ruptura
con la unidad estilística que hasta ese momento había sido supranacional.
ARQUITECTURA DEL RENACIMIENTO
Arquitectura del Renacimiento o
renacentista es aquella producida durante el período artístico del Renacimiento
europeo, que abarcó los siglos XV y XVI. Se caracteriza por ser un momento de
ruptura en la Historia de la Arquitectura, en especial
con respecto al estilo arquitectónico previo: el Gótico; mientras que, por el contrario,
busca su inspiración en una interpretación propia del Arte clásico,
en particular en su vertiente arquitectónica,
que se consideraba modelo perfecto de las Bellas Artes..
Produjo innovaciones en
diferentes esferas: tanto en los medios de producción (técnicas de construcción y materiales constructivos) como en el lenguaje arquitectónico, que se plasmaron
en una adecuada y completa teorización.
Otra de las notas que caracteriza
este movimiento es la nueva actitud de los arquitectos,
que pasaron del anonimato del artesano a una nueva concepción de la profesionalidad,
marcando en cada obra su estilo personal: se consideraban a sí mismos, y
acabaron por conseguir esa consideración social, como artistas
interdisciplinares y humanistas, como correspondía a la concepción integral del
humanismo
renacentista. Conocemos poco de los maestros de obras románicos y de los
atrevidos arquitectos de las grandes catedrales góticas; mientras que no sólo
las grandes obras renacentistas, sino muchos pequeños edificios o incluso meros
proyectos, fueron cuidadosamente documentados desde sus orígenes, y objeto del
estudio de tratadistas contemporáneos.
PINTURA RENACENTISTA
Arquitectura del Renacimiento o
renacentista es aquella producida durante el período artístico del Renacimiento
europeo, que abarcó los siglos XV y XVI. Se caracteriza por ser un momento de
ruptura en la Historia de la Arquitectura, en especial
con respecto al estilo arquitectónico previo: el Gótico; mientras que, por el contrario,
busca su inspiración en una interpretación propia del Arte clásico,
en particular en su vertiente arquitectónica,
que se consideraba modelo perfecto de las Bellas Artes..
Produjo innovaciones en
diferentes esferas: tanto en los medios de producción (técnicas de construcción y materiales constructivos) como en el lenguaje arquitectónico, que se plasmaron
en una adecuada y completa teorización.
Otra de las notas que caracteriza
este movimiento es la nueva actitud de los arquitectos,
que pasaron del anonimato del artesano a una nueva concepción de la profesionalidad,
marcando en cada obra su estilo personal: se consideraban a sí mismos, y
acabaron por conseguir esa consideración social, como artistas
interdisciplinares y humanistas, como correspondía a la concepción integral del
humanismo
renacentista. Conocemos poco de los maestros de obras románicos y de los
atrevidos arquitectos de las grandes catedrales góticas; mientras que no sólo
las grandes obras renacentistas, sino muchos pequeños edificios o incluso meros
proyectos, fueron cuidadosamente documentados desde sus orígenes, y objeto del
estudio de tratadistas contemporáneos.
Rafael Sanzio,
El triunfo de Galatea,
pintura al fresco
de la Villa Farnesina. Esta obra refleja la
importancia de la cultura clásica en la pintura
renacentista.
En la unidad de la composición,
de la perspectiva,
de la anatomía
y morbidez muscular y de la belleza exterior física tendiendo a imitar la naturaleza
con desenvoltura e inspirándose a la vez los artistas en las obras clásicas
escultóricas.
Por razón de los asuntos, en la
universalidad de ellos, dando mucha entrada a los mitológicos apenas tratados
en la época anterior y cultivando singularmente el retrato
y las historias. Y aunque no se olvidan los cuadros religiosos, carecen éstos
por lo común de la idea y unión mística de la época precedente (sobre todo, en
las Vírgenes o Madonnas) y hasta desvían con frecuencia el ánimo de la
verdadera piedad. Aunque está plena de religiosidad, cada artista
busca su propio estilo, en donde el retrato y la representación
del paisaje tienen mucha importancia.
Por razón del procedimiento, se
distingue en el abandono definitivo de los realces y dorados, en la
predilección por los lienzos sin tabla y en la adopción casi exclusiva de la pintura al
óleo, salvo las decoraciones murales al temple y al fresco.
La historia moderna de la pintura
se inicia con los aportes de los maestros del Renacimiento. Florencia y Roma
durante los siglos XV y XVI son la cuna de dicho movimiento que establecerá a
través de la perspectiva, la proporción, la anatomía y el descubrimiento y uso
del óleo, una manera de pintar realista o verista que no se había dado antes.
El Renacimiento surge en Italia y
se va extendiendo progresivamente por Europa, con mayor o menor calado, según
los países. Surgieron innumerables centros o
Escuelas de pintura, sobre todo,
en Italia, influyéndose mutuamente unas en otras a pesar de sus divergencias.
No existe unanimidad crítica a la hora de distinguir las aludidas agrupaciones
de artistas ni es uniforme el
Italia fue el
foco primero y principal del Renacimiento en todas sus manifestaciones, del siglo XV
al XVI. La pintura del Quattrocento no se desarrolló primero en Florencia
sino en otro lado, con la obra de Fra Angelico
y sobre todo de Masaccio,
que creó una nueva sensibilidad, totalmente ajena al gótico.
Logra la sensación de espacio a través del uso metódico de la perspectiva
lineal, como puede verse en la Trinidad de Santa María Novella (h. 1420-1425). Esta investigación
sobre la geometría y la matemática fue seguida por Paolo Ucello,
Andrea del Castagno y Piero della Francesca y Fra Filippino
Lippi. La siguiente generación de artistas florentinos logró un
mayor refinamiento: Benozzo Gozzoli, Domenico Ghirlandaio y, sobre todo, Sandro
Botticelli.
En la segunda mitad del siglo XV
surge una escuela pictórica en el centro de Italia, preocupada ante todo por
crear el espacio en el que se mueven los personajes de sus cuadros,
esforzándose por crear sobre todo paisajes
ordenados y realistas. En Umbría se destacó Perugino,
maestro de Rafael, así como Pinturicchio
y Luca
Signorelli. En la misma época, el renacimiento alcanzó el norte de
Italia, surgiendo escuelas regionales de marcada personalidad: Andrea
Mantegna es el pintor más importante de Padua, cuya influencia
llega a la refinada corte de Ferrara, donde trabajaron Cosme Tura
y Francesco del Cossa. Carácter especial presenta
Venecia,
en contacto constante con oriente, lo que da a este centro artístico un aire
diferente, en el que el color predomina sobre la línea y el paisaje
sobre la persona humana, justo a la inversa de lo que ocurre en Florencia. Los
más sobresalientes pintores venecianos de la época fueron los Bellini, en
particular Giovanni Bellini. Trascendente en la evolución
del renacimiento veneciano es la obra de Antonello da Messina, pintor siciliano
que se formó en Flandes
y que acabó viviendo en Venecia, aportando la minuciosidad
flamenca.
La segunda fase del renacimiento
italiano es el Cinquecento, en el que descollan los tres
grandes nombres de la pintura renacentista: Leonardo da
Vinci, Rafael y Miguel Ángel,
cuya prodigiosa labor en la Capilla
Sixtina constituye una de las obras cumbres del Renacimiento.
A mediados de siglo, tras la
muerte de los grandes maestros, y en medio de una crisis social generalizado,
la pintura se hace manierista, notándose primero en Florencia y Roma con Andrea del
Sarto, Pontormo, Bronzino, Vasari y Volterra. En Parma surge una escuela particularísima cuya figura más
sobresaliente es Antonio Allegri da Correggio, precursor
del ilusionismo barroco con su decoración de la cúpula de la
iglesia de San Juan Evangelista de Parma (1520–1523). Su discípulo Parmigianino
representa obras con figuras elongadas, como la llamada Madonna del cuello
largo (1540).
Esta es la época en que aparecen los grandes maestros venecianos, con obras
plenas de sensualidad y colorido: Giorgione,
Tiziano,
Veronés
y Tintoretto.
Pintura holandesa
Las escuelas holandesas empiezan
con Lucas van Leyden (1494-1533) quien se formó en
el estilo de los flamencos italianistas como lo revelan sus cuadros del Sermón
en el Museo de Ámsterdam y el San Jerónimo y la Virgen con el Niño en el de
Berlín. Muy pronto la invasión del protestantismo
disipó el verdadero ideal en la pintura holandesa y aunque sigue italianizante
en el siglo
XVI se limitan los asuntos a pintar las costumbres y paisajes del país. Martin van Heemskerck fue uno de los
principales retratistas, aunque también se dedicó a la pintura de historia. En Holanda surgen los
primeros retratos colectivos, en los que se destacará Frans Hals
(1580-1666), de la ciudad de Haarlem.
Pintura alemana
El renacimiento alemán recogió,
por un lado, las características expresionistas de la pintura
religiosa gótica del siglo XV
y, por otro, la influencia del Quattrocento
italiano.
Matthias Grünewald es el seguidor más cercano
de esa tradicion germánica. Las escuelas alemanas del Renacimiento deben su
origen y casi toda su personalidad a tres relevantes pintores que florecen
durante la primera mitad del siglo XVI: Alberto
Durero, Hans Holbein el Joven, y Lucas Cranach el Viejo. Gran importancia
en la creación del género del paisaje
Albrecht Altdorfer, creador de la Escuela del Danubio.
Durero (1471-1528), natural de Núremberg,
reunió influencias de diferentes artistas italianos y flamencos a quienes
visitó en sus países y fue a la vez pintor, grabador, escultor, ingeniero,
humanista y publicista sobresaliendo especialmente en el arte del grabado
y el retrato. Se distinguen sus obras por la originalidad en la invención, la
fantasía en la concepción y la fuerza en el dibujo. Pero más bien debe
considerarse como pintor de transición del estilo gótico al Renacimiento. A
pesar de sus amistosas relaciones con los líderes del protestantismo,
se conservó siempre católico y pintó con sentimiento religioso sus
obras maestras.
Hans Holbein, llamado «el Joven»
(1497-1543) por ser hijo del otro Holbein pasa hoy como el mejor
representante del Renacimiento clásico alemán y continuador de la escuela de Augsburgo,
distinguiéndose como grabador y más aún como retratista. Sus principales obras
son el cuadro de la Virgen del Burgomaestre, los retratos de Enrique VIII
y de Erasmo
y los grabados del Alfabeto de la muerte.
Cranach el Viejo (1474-1553)
fundador de la escuela de Sajonia, se distinguió como retratista siendo inferior a los
otros en los demás géneros que cultivó incluso el religioso, el mitológico y el
fantástico y refleja en sus cuadros aún más que Durero el espíritu de grabador
antes mencionado. Se le considera como el pintor oficial de la reforma pues
hizo los retratos de Lutero y Melanchton. Su hijo y discípulo, Cranach el Joven, siguió con su escuela y
espíritu aunque puso menos fuerza en el dibujo y trazó más a la ligera sus
numerosos cuadros.
Desde la segunda mitad del siglo
XVI puede darse por acabado el arte alemán en pintura y escultura, por efecto
de las sangrientas luchas que provocó la Reforma protestante y haberse entregado los medianos
pintores que les sucedieron a la rutinaria imitación de obras extranjeras. Aun
los buenos artistas de la mejor época más bien descollan como dibujantes y
grabadores que como pintores verdaderos y a pesar del colorido se refleja a
menudo en sus cuadros el excesivo estudio de la línea, en detrimento de los
valores pictóricos. Tal vez influyó demasiado en dichas obras el espíritu del grabador,
que tanto sobresalía en las escuelas alemanas al igual que el arte decorativo
de objetos. A final de siglo, en la corte de Praga trabajó Giuseppe Arcimboldo.
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